Perfil

Mi trabajo es de lo más entretenido. Va desde el trabajo en el campo, en las excavaciones arqueológicas desenterrando huesos humanos, pasando por el estudio en el laboratorio,hasta la presentación final de los resultados de las investigaciones. Comunico mi resultados en forma de artículo científico, capítulo de libro, presentaciones en congresos, jornadas de divulgación, que se organizan para personas que no se dedican a la ciencia pero tienen mucha curiosidad, y a veces nos hacen entrevistas y reportajes para la televisión o algún periódico. Depende de si tenemos que estar presentes en una excavación o no, pero generalmente el estudio empieza en el laboratorio. Todos los huesos llegan al laboratorio dentro de bolsas con una etiqueta que indica qué hay dentro. Y esas bolsas dentro de cajas de cartón. Cuando empezamos a abrir las cajas y sacamos las bolsas, limpiamos los huesos con agua y un cepillo de dientes, los colocamos en las mesas del laboratorio, esperamos unos días para que se sequen y los huesos que estaban rotos los pegamos con pegamento. Sí, pegamento, el mismo que se usa para volver a unir los trozos de un jarrón que se nos ha roto en casa. Esta parte es genial, ¡porque se trata de encajar piezas como si fuera un puzzle!

A partir de ahí empezamos a hacernos preguntas, como Temperance Brennan, la protagonista de la serie “Bones”. ¿Es hombre o mujer? Para saberlo miramos y medimos algunos huesos. La siguiente pregunta que nos hacemos es, ¿cuántos años tenía cuando murió esta persona? Para responder esta cuestión, además de en los huesos, nos fijamos en los dientes. También calculamos la estatura de las personas que estudiamos. Finalmente, contamos el número de mujeres, hombres y niños que hay en la población. Así, ya tenemos una parte del estudio resuelta.

Luego viene mi parte favorita, estudiar las enfermedades. Es como si nosotros fuéramos médicos, al estilo del Dr. House, pero de personas que ya no están vivas. Este apartado se llama Paleopatología (Paleo=antiguo, pato=enfermedad, logía=estudio de). Al mirar los huesos somos capaces de saber algunas enfermedades porque dejan marcas muy llamativas, como la artrosis, tumores o algunas enfermedades infecciosas como la peste, la sífilis o la lepra. A partir de ahí, toca empezar a buscar artículos en internet, bibliotecas y libros y preguntamos a otros colegas que nos puedan ayudar con el diagnóstico para saber con seguridad la enfermedad que estamos viendo, y conocer en qué otras poblaciones se han encontrado, si las tenían más las mujeres o los hombres, cuál es la frecuencia en las personas actuales y comparar con las del pasado… Y para todo esto hay que saber estadística, que es la parte de las matemáticas que nos permite conocer cómo se comporta un conjunto de datos y además, comparar entre diferentes datos tomados por otros científicos de cualquier parte del mundo.

Todo este trabajo es importante para hacer un seguimiento desde la antigüedad hasta el momento actual de algunas de las enfermedades que ha habido en la Historia y poder saber cómo, cuándo y porqué surgieron y por qué provocaron tantas muertes en algunas poblaciones o si afectaban más a hombres o a mujeres y qué está ocurriendo en las personas actuales, como en el caso de la artrosis o en las enfermedades en la columna vertebral. Además, estos estudios facilitan la identificación de individuos que mueren en grandes catástrofes como accidentes aéreos, terremotos o inundaciones. En otros casos, como en España por ejemplo, fue posible encarcelar a José Bretón por la muerte de sus hijos gracias al estudio de los huesos de los niños, en concreto de los dientes que resisten muy bien el calor si se queman. Nosotros publicamos un artículo en el que se descubría que las crónicas reales habían intercambiado, con toda la intención, ¡las identidades de Juan II de Castilla y su hermano Enrique IV!

Mi día comienza en cuanto me subo a mi bici para ir a la Universidad. Por el camino ya voy pensando cómo organizaré el tiempo para aprovecharlo al máximo. En cuanto llego lo primero que hago es tomar un café, mientras reviso la agenda en la que apunto el día anterior lo que debo hacer al siguiente, y reviso las próximas fechas de “cosas pendientes”. Hay que ser muy organizado para que no se olvide nada. Es entonces cuando trabajo en las tareas que más concentración necesitan, aunque depende de la fase de la investigación en la que esté. Me explico. La primera parte de mis investigaciones consiste en estudiar todos los huesos que nos llegan al laboratorio y tomar todos los datos que necesitamos, lo que vemos, lo que medimos y hacemos las fotos para verlas cada vez que necesitemos recordar cualquier cosa sobre un hueso en concreto, porque luego los huesos se guardan de nuevo o se devuelven al museo del que proceden.

Esos datos los paso al ordenador, creando una base de datos usando diferentes programas: Excel, SPSS o R. Con estos datos hacemos una de las labores más pesadas, la estadística. Mientras tanto, en algún rato libre, con algún que otro café, voy buscando información sobre lo que han encontrado otros investigadores sobre lo mismo que yo estudio, en otras poblaciones de España o de otros países del mundo, para comparar mis resultados con los suyos y ver en qué se parecen o en qué se diferencian. Además, tenemos que conocer a fondo qué estamos viendo exactamente en el hueso, si es una lesión, una enfermedad o si lo que vemos se ha producido durante la excavación o por la humedad de la tierra en la que el individuo estaba enterrado. Poco a poco, vamos escribiendo todo lo que hacemos y vamos descubriendo para hacer un artículo científico y/o para presentar en un congreso, donde hay más científicos antropólogos, para contarles cómo van y en qué consisten mis últimas investigaciones. Lo mejor de los congresos, además de aprender, es viajar, conocer a otros científicos y las cenas. Por tanto, y por suerte, cada día o cada semana o cada mes puede ser diferente. No es para nada un trabajo rutinario porque en cada nueva excavación encontramos personas diferentes, con diferentes enfermedades, con diferentes estaturas, a veces hay más mujeres, a veces hay más hombres, a veces son romanos, a veces de la Edad Media…

Me gustaría que vieran cómo se trabaja en nuestro laboratorio y que ellos puedan también participar, ¡como si fueran un científico más de nuestro equipo!

Además, les enseñaría nuestro particular Museo de la Evolución Humana, que abarca desde los pequeños primates hasta nuestra especie,


y la colección de enfermedades de los huesos.

Mi idea es que toda esta información llegue aún a más gente, aunque sea en la distancia, por lo que me gustaría iniciar un blog en el que cuente tanto mis investigaciones como las de otras personas, que sean interesantes, curiosas, originales, novedosas e importantes para la sociedad.